«Elis Hallik: Baltic light, in search of timelessness»
ELIS HALLIK: Some Paths Will Always Lead Through the Shadows; Concerto for two violins and string orchestra “Stoicheia”; To Become a Tree; Doch manchmal erhellt sich die Seele, wenn sie frohe Menschen denkt, dunkelgoldene Frühlingstage; Born in Waves; Touching the First Sounds; Impacts; Like a Swan; Above. Sirje Aleksandra Viise, soprano. Juta Ōunapuu-Mocanita and Triin Ruubel, violins. Theodor Sink, cello. Regina Udod, double bass. Monika Mattiesen, flute. Marcus Weiss, saxophone. Elis Hallik, electronics. Ensemble Fractals. Ensemble Musikfabrik. Ensemble for New Music Tallinn. Ensemble Synaesthesis. Ensemble U:. Atvars Lakstigala, Clement Power and Arash Yazdani, directors. Tanel Ehala, Laurynas Gaidys, Aili Jõeleht, Siim Mäesalu and Stephan Schmidt, sound engineers. A 77:55 minute DDD CD recorded in Cologne (Germany), Vilnius (Lithuania) and Tallinn (Estonia), in the years 2015, 2016, 2019, 2021, 2022 and 2023. Kairos 0022024KAI.
Al Doctor Benito Prieto Prieto, in memoriam
Tras nuestras críticas discográficas dedicadas a los últimos lanzamientos de George Crumb y Salvatore Sciarrino en el sello Kairos, avanzamos un paso más en este ciclo de tres reseñas en las que reflexionamos sobre la relación que la música contemporánea establece con el tiempo y la historia. En este último capítulo es una joven compositora, la estonia Elis Hallik (Pärnu,1986), quien hoy nos visita, completando todo un arco temporal que recorre el siglo XX, pues si George Crumb había nacido en su primer tercio (1929) y Salvatore Sciarrino en su ecuador (1947), Elis Hallik lo hizo a finales de un siglo con algunos de cuyos compositores y poetas dialoga en este compacto.
A hace una década nos tenemos que retrotraer, si queremos recorrer el primer disco de Elis Hallik en Kairos siguiendo un orden cronológico. De este modo, nuestro viaje musical comenzaría con Impacts (2014), una obra un tanto menor, dentro de lo aquí propuesto, lo que nos habla, en todo caso, de un continuo crecimiento artístico de la compositora estonia a lo largo de los nueve años que abarca este monográfico. Compuesta para violonchelo y contrabajo, los impactos a los que se refiere el título de la partitura se hacen ya presentes desde los primeros compases a modo de golpes en la caja de los instrumentos: parte de una coreografía pensada para hacer evolucionar la música desde la rigidez a la libertad, de lo gestual a lo lírico.
Entre ambos extremos, diferentes formas de organización métrica y de ataque van pautando las nimias transiciones a través de las cuales Impacts evoluciona, de forma que se sucederán golpes de arco en distintas partes de los instrumentos, pizzicati en diversos grados de dinámicas, así como la propia alternancia de cuerdas al aire o cuerdas pulsadas. De este modo, y como indica Kristina Körver en sus notas, se pasa, en global, de un marco inicial dominado por el ritmo a otro final en el que la melodía se convierte en protagonista. En todo caso, no es una melodía, en absoluto, tradicional, pues por cómo concluyen su interpretación el violonchelista Theodor Sink y la contrabajista Regina Udod, casi pareciera más que nos abismásemos a una ascética línea scelsiana en la que, sobre una nota, ambos instrumentos hiciesen brillar sus respectivos armónicos (filiación scelsiana que reaparecerá en más partituras de este compacto).
Compuesto un año después, “Stoicheia” (2015) es un concierto para dos violines y orquesta de cuerda sobre el que gravita (como lo hacía en Impacts) la impronta de Penderecki, si bien en el dúo para violonchelo y contrabajo el arco estilístico bebido del polaco iba desde lo más ruidista y gráfico (en su comienzo) hasta unos asomos melódicos que, si bien no plenamente liberados en Impacts, sí lo estarán en “Stoicheia”: un concierto bañado por esa luz albar y por las agudas resonancias que tan a menudo asociamos con los paisajes y los compositores nórdicos.
“Stoicheia” es la única obra propiamente orquestal recogida en este disco, aunque su presencia es camerística, debido al número de instrumentos involucrados y al lacónico uso que Elis Hallik lleva a cabo de éstos, incidiendo en los pares de opuestos que, según el concepto filosófico griego al que se remite el título de la obra, forman la creación, uniendo el caos con el orden, la libertad y la aplicación de sistemas (aquí, compositivos). Siguiendo, asimismo, con las evocaciones helénicas, según Kristina Körver en este concierto los elementos primarios del agua, la tierra, el fuego, el aire y el éter estarían representados tanto en el dúo de violines solistas como en una orquesta de diecisiete cuerdas con las que los continuos diálogos e intersecciones entre los atriles crean mayores o menores densidades que, unidas a los halos espectrales y a la texturalidad de los timbres, dan lugar a que la materia adquiera, bien la levedad del aire, bien la firmeza de la tierra, etc. Juta Ōunapuu-Mocanita y Triin Ruubel, en los violines, junto con el Ensemble for New Music Tallinn dirigido por Atvars Lakstigala, nos dejan una versión muy delicada y sensible de una partitura que, más allá de su aparato conceptual, no es que muestre, aún, un especial paso adelante en el recorrido compositivo de Elis Hallik.
La tercera partitura del disco, el quinteto To Become a Tree (2016), expande las brillantes resonancias de “Stoicheia”, incorporando una innegable impronta de la escritura italiana contemporánea para viento-madera, por lo que los vínculos con Salvatore Sciarrino se antojan evidentes en flauta(s) y clarinete(s). Piano preparado, violín y violonchelo completan la plantilla de To Become a Tree, una obra que va más allá de la vida arbórea a la que su título nos remite, para convertirse en todo un alegato en favor de la naturaleza, así como en una demostración de lo que podríamos definir como composición orgánica, por cómo el quinteto expande sus materiales mediante técnicas extendidas que conforman redes y onomatopeyas que remedan las voces de los animales del bosque.
Así, los casi 10 minutos que To Become a Tree dura en este compacto muestran diversas formas de interacción entre lo inorgánico y lo orgánico, entre el mundo vegetal y el mundo animal, además de la propia evolución vital de un árbol cuya muerte escucharemos en los últimos minutos de la obra, tras una serie de compases improvisados en los que la lectura del Ensemble Fractales gana en heterogeneidad y poderío, rubricando no sólo lo que parece una gran interpretación, sino un paso (ahora sí) importante en el catálogo de Elis Hallik, por lo que a la incorporación de ruidos, rugosidad e indeterminación se refiere.
Con una muy parecida duración, Doch manchmal erhellt sich die Seele, wenn sie frohe Menschen denkt, dunkelgoldene Frühlingstage (2019) incorpora a este compacto la voz: la de la soprano estonio-americana Sirje Aleksandra Viise. A ella se unen Monika Mattiesen, en la flauta, y la propia Elis Hallik, en la electrónica, para abordar el mundo expresionista y onírico de Georg Trakl al que nos remite el título de esta pieza.
Si en To Become a Tree citábamos la influencia de Salvatore Sciarrino, en Doch manchmal… tendremos que mencionar a Luigi Nono, ya no sólo por la relación entre voz y transformación electrónica en vivo del canto, sino por la presencia de una flauta (y flauta baja) de tan poderosas reminiscencias nonianas, como también lo es el gusto de Elis Hallik por la poesía en lengua alemana, tan del propio de Nono. En el caso de esta partitura vocal, la ambigüedad manda, con unas fluctuaciones de colores, calidades del aire y resonancias que hacen que voz y flauta(s) se con-fundan en pos de dar fe musical del simbolismo de los versos de Sebastian im Traum (1915) que aquí Hallik toma. Los últimos compases de Doch manchmal…, tras una fase intermedia de más convulsos sueños, nos conducen hacia los confines de lo onírico, a un silencio insondable que Sirje Aleksandra Viise y Monika Mattiesen van conquistando a través de la modulación que de sus líneas realiza Elis Hallik en la electrónica, estirando sus voces cual plasma y alongándolas en glissandi señalados con reguladores dinámicos hacia el vacío. Gran interpretación, la aquí recogida, que vuelve a mostrar lo que, ya en esta cuarta pieza del compacto, se revela como una seña de identidad de la compositora estonia: los marcados contrastes entre las resonancias graves y unos destellos albares que se asoman (de un modo u otro, en función de los instrumentos involucrados) a cada una de estas cuatro primeras partituras.
La quinta es Touching the First Sounds (2019), página para saxofón alto solista, flauta, clarinete(s), violín, viola y violonchelo en la que, siguiendo nuestra senda de reverberaciones estilísticas transalpinas, llegamos, como en Impacts, hasta una acusada impronta de Giacinto Scelsi, tanto por los lentos desarrollos en glissandi como, especialmente, por la extrema parquedad de sus materiales: apenas unas pocas notas sobre cuyas oscilaciones y armónicos fluctúa el sexteto. Con un título tomado de una carta escrita por Rainer Maria Rilke en la que describe su contemplación de los paisajes otoñales pintados por Cézanne, en esta partitura alcanza Elis Hallik algunos de sus compases más densos y comprimidos armónicamente, con una tensión que se revela, como los paisajes cezannianos, primordial y progresivamente monocromáticos, a medida que se avanza hacia el invierno. Con Marcus Weiss como espléndido solista, el Ensemble for New Music Tallinn da estupenda cuenta de este mundo tan bello como arcaico, con el compositor y director iraní Arash Yazdani al frente.
Dado que en esta reseña seguimos un orden cronológico, con Some Paths Will Always Lead Through the Shadows (2021) no nos encontramos hasta la séptima posición de este disco, si bien en el compacto de Kairos se encuentra en la primera pista. En todo caso, el seguir un orden temporal crea relaciones evolutiva y estilísticamente más directas entre las obras, así como (en este nuevo paso) poéticas, pues si Touching the First Sounds nos remitía a Rainer Maria Rilke, Some Paths Will Always Lead Through the Shadows lo hace a la poetisa estonia Doris Kareva. Ello depara un lirismo mucho más acusado que en la soberbia página rilkiana, con un comienzo en el clarinete que activa una serie de melodías que irán pasando por los diversos atriles del ensemble; destacadamente, a maderas y cuerdas, mientras que el piano crea cambiantes trasfondos de tipo paisajístico en los que ondulan fraseos microtonales.
Dichos motivos cromáticos giran constantemente a lo largo de los 8:28 minutos que Some Paths Will Always Lead Through the Shadows dura en esta soberbia versión del Ensemble Synaesthesis. De este modo, el paisaje nórdico al que tan a menudo se remiten los versos de Kareva se convierte, aquí, en paisaje psicológico y simbólico, con una constante oposición entre el fuerte brillo del sol septentrional y unas sombras que, pasado el ecuador de la partitura, se cargan de materia y densidad, mostrando una mayor rugosidad, en lo que son los compases (a lo largo del quinto minuto) más interesantes de una obra estéticamente más convencional que Touching the First Sounds.
Born in Waves (2021) comparte algo del lirismo de la anterior partitura, si bien resulta más lograda a nivel textural, al liberarse de la prosodia y del melodismo, dejando paso a una música de mayor impacto que remeda a la naturaleza: de forma concreta, a la que rodea a la ciudad estonia de Pärnu, donde Elis Hallik nació hace 37 años.
Cualquiera que tenga la curiosidad de buscar imágenes de esta bella ciudad estonia, se dará cuenta de la importancia que el mar Báltico tiene para conformar sus paisajes, anclada como Pärnu lo está en el golfo de Riga. De este modo, cada instrumento del ensemble asume un perfil paisajístico para pintar musicalmente esta marina que, progresivamente, se ve bañada por olas mayores y un cierto desasosiego que acaban por convertir Born in Waves no sólo en una música paisajística, sino en un diario acústico de los lugares en los que Elis Hallik desarrolló su vida. Con Clement Power en la dirección, el Ensemble Musikfabrik nos deja una versión soberbia de Born in Waves, uniendo lirismo en las cuerdas con paisajes en los que el flatterzunge de los vientos remeda la fuerza de los elementos naturales, añadiendo rugosidad y modernidad al lenguaje de la compositora estonia.
Se cierra este viaje musical (siguiendo nuestro orden cronológico, pero así también lo hace el propio disco) con sendas partituras compuestas en 2022: Like a Swan y Above; ambas, según Kristina Körver, conectadas por un impulso hacia lo elevado. La primera de ellas fue compuesta para una plantilla que, con ligeras variaciones en su orgánico, se repite de forma muy habitual en la música compuesta por Elis Hallik en la última década: flauta(s), clarinete bajo, piano, violín, viola y violonchelo. Like a Swan presenta un tono poderosamente elegiaco, en el que se combinan el lamento y la rabia: dos sentimientos que asaltaron a Elis Hallik durante la composición, debido a la guerra en Ucrania y a la muerte de su padre, cuya alma es vista por Elis Hallik como ese cisne que se eleva libremente sobre las aguas, volviendo a jugar con imágenes arquetípicas del imaginario nórdico.
Es por ello que en Like a Swan se da una continua unión de materiales luminosos y ascendentes, como los de violín y viola, frente a otros de mayor rugosidad que expondrán los ecos de los paisajes bélicos: de esa muerte que en 2022 asediaba a la compositora. En tal contexto armónico-ruidista de sentimientos enfrentados hace aparición un tema melódico de un íntimo lirismo, compuesto por Elis Hallik a partir de una nana estonia de la isla de Kihnu: un canto de esperanza y un recuerdo de su infancia para conjurar esa pequeña muerte que es cada uno de nuestros sueños, como señala Kristina Körver. Tras dicha canción de cuna, queda el recuerdo, tanto en el despertar musical como tras la partida de un padre: ése que ya no abandona y que acompaña para siempre en el interior de aquéllos a quienes dio la vida.
Por su parte, Above completa ese proceso de ascensión armónica, incorporando nuevas referencias estéticas, pues en las últimas partituras de este disco se deja escuchar la influencia de Kaija Saariaho y, a través de la finlandesa, de György Ligeti y su tensión micropolifónica. Con tales impulsos históricos, Above flota literalmente sobre nosotros, como lo hacen las nubes de cromatismos cambiantes en Ligeti o los cielos invernales de Saariaho, dejando una innegable belleza a lo largo de sus 7:52 minutos de duración. Las resonancias de los vientos inciden, en esta versión del Ensemble U:, en lo etéreo de la sonoridad de Above, una pieza que, de acuerdo con Kristina Körver, se basa en un fragmento de dieciséis compases compuesto por Elis Hallik hace diez años, y en cuyo orgánico se indica que ha de ser interpretado por dos o más músicos, dando lugar a una combinación infinita de posibilidades.
Según nos indican las notas de este compacto, la residencia artística de la que Elis Hallik disfrutó con el Ensemble U: le permitió trabajar Above hasta en quince versiones diferentes, de las cuales Kairos recoge la realizada por la ya citada como plantilla más habitual (con algunas variaciones) de la compositora estonia, en lo que a la música camerística se refiere, con flauta, clarinete, violín y violonchelo, a los que aquí se unen la percusión y un sintetizador analógico que le confiere un toque electrónico que casa a la perfección con esa constante y sutil modulación de cromatismos y armónicos que se van irisando en lo que, por momentos, resplandece como una aurora boreal sobre nuestros equipos de música. El también estonio Ensemble U:, tan próximo a Elis Hallik, nos deja una versión realmente refinada y que fluye por sí sola, dando otra vuelta de tuerca a las relaciones entre la música contemporánea y el tiempo, con un deje, si me apuran, feldmaniano, pues como sucede en tantas partituras del compositor neoyorquino, Above parece carecer de principio y de final, cual si esta música estuviese suspendida atemporalmente y nosotros apenas la vislumbrásemos en un pestañeo: el de los casi 8 minutos que dura esta versión.
Por lo que a las grabaciones se refiere, todas ellas son de altísima calidad y, aunque realizadas en diversos contextos, así como por hasta cinco ingenieros diferentes, mantienen una sonoridad muy homogénea y cuidada. El libreto incluye las ya varias veces mencionadas notas a cargo de Kristina Körver, así como la biografía de Elis Hallik y el poema de Georg Trakl en el que se basa Doch manchmal erhellt sich die Seele, wenn sie frohe Menschen denkt, dunkelgoldene Frühlingstage. Los datos de las grabaciones y el listado de los músicos involucrados en este generoso monográfico, de casi 80 minutos de duración, completan el que hasta ahora es el retrato fonográfico más amplio y actualizado de esta joven compositora estonia.
© Paco Yáñez, January 2024
The photo that illustrates the CD cover is by Mark Raidpere
More information on the KAIROS seal website
The original article is from here: «Elis Hallik: luz báltica, en busca de la intemporalidad»